
Antiguamente la calle Agullers era conocida como una calle sucia y con absoluta falta de higiene, su nombre proviene del gremio de fabricantes agujas que trabajaban en esta calle, pero en los años 30 también era un lugar frecuentado por espiritistas y médiums. La viuda Tobeña, que habitaba en el número 11 de esta calle, denunció a la policía la presencia de un fantasma en la finca. Aunque parezca mentira, el juzgado admitió a trámite la denuncia y en la investigación descubrió que los extraños sucesos de la calle Agullers eran más bien debidos a las estratagemas de los propietarios para echar a sus inquilinos.