
Desde el siglo XV se conoce el gremio de los 'Argenters', artesanos de los metales preciosos, que situaban en torno a esta antigua calle. Esta actividad estaba vetada a judíos y musulmanes y su aprendizaje duraba 6 años. La acumulación de comerciantes de metales preciosos en esta calle la convertía en una de las más lujosas de la ciudad, aspecto que hoy en día aún podemos comprobar por la mayor amplitud de esta calle comparada con el resto de callejones del Born. Como curiosidad podemos decir que el santo patrón del gremio era San Eloy, obispo francés y orfebre de profesión.