
Entre la Placeta de Montcada y la calle Flassaders se encuentra la calle más estrecha de Barcelona, llamada "la calle de las moscas". Al parecer, la calle en cuestión alojaba los almacenes de los vecinos mercados del Born y Santa Caterina y éstos emitían un hedor que atraía innumerables moscas. Aunque antes de la construcción de la Vía Laietana existían muchas calles de menos de 3 metros de ancho, hoy en día esta calle tiene el honor de ser la más estrecha de la ciudad. En 1991 visto que los barceloneses utilizaban sus estrechos muros como urinario público, el Ayuntamiento decidió cerrarla con llave para los vecinos.